jueves, 23 de octubre de 2014

Ritualizar la baraja de Tarot

Unas cartas de Tarot que no han sido impregnadas por la esencia personal del cartomante sirven de poco. Aunque es evidente que el uso de las mismas les influirá cada vez más energía, eso solo se consigue con el tiempo. Por eso, antes de empezar a tirar el Tarot con una baraja nueva se debe efectuar un sencillo pero efectivo ritual de personalización o consagración de la baraja. Para hacerlo, procederemos de la siguiente forma:
 
Que necesitamos para ritualizar la baraja de Tarot.
  • La baraja de Tarot.
  • Un tapete de color azul, violeta o verde que será el que utilizaremos para cubrir la superficie o mesa sobre la que efectuaremos la consulta.
  • Una mesa que, siempre que sea posible, deberá estar fabricada con maderas macizas. También podemos recurrir a una mesa de mármol, pero no es aconsejable que sea de cristal.
  • Velas. El fuego es uno de los elementos esenciales en toda actividad mágica. Debemos contar con velas suficientes como para poder alumbrar durante tres días las cartas de Tarot en grupos de 21 velas que deberán ser de los siete colores planetarios: blanco, rosa, verde, amarillo, rojo, negro y dorado. Añadiremos también una vela que se corresponda con nuestro signo zodiacal.
Pasos a seguir para ritualizar una baraja de Tarot:

1 - Efectuaremos el ceremonial de consagración con la luna creciente.

2 - Colocaremos el tapete sobre la mesa y nos colocaremos tras ella en actitud de relajación.

3 - Cogeremos la baraja entre las manos y mezclaremos las cartas, al tiempo que mentalmente les pedimos que nos alumbren cuando les preguntemos y que siempre nos den respuestas concretas.

4 - Situaremos el mazo de cartas sobre el tapete y lo cortaremos con la mano derecha, en el caso de que seamos diestros, o con la otra mano en el caso de ser zurdos. Al cortar haremos tres montones o pilas.

5 - Observaremos los tres montones de cartas y escogeremos uno de ellos. Acto seguido, situaremos los otros dos bajo el primero.

6 - Una vez tengamos todas las cartas unificadas, las expandiremos sobre la mesa efectuando giros en el sentido de las agujas del reloj.

7 - Tras el paso anterior procederemos a colocar las velas, distribuyéndolas en círculo, de forma que protejan al contenido de éste que, recordemos, serán las cartas que hemos extendido sobre el tapete.

8 - Prenderemos las velas con una cerilla de madera, encendiéndolas en el mismo orden en que las hemos colocado.

9 - Una vez hayamos efectuado el paso anterior, debemos conjurar y decretar sobre las 22 cartas efectuando la siguiente invocación:

"Yo Soy el fundamento, la sabiduría, la fecundidad, el imperio, la liberación de mi karma, el amor personificado, la protección, la justicia, la búsqueda de la verdad, la prosperidad económica, la fuerza, el sentimiento en la tierra, la transmutación, la templanza y la comunicación, la liberación del mal. Yo Soy quien destruye lo negativo, la fuerza en el mundo esotérico, el sol que alumbra mis predicciones, la justicia cuando leo las cartas. Yo Soy quien me nutro de los cuatro elementos, quien me libero de todas las perturbaciones del mal."

10 - Tras la invocación descrita, nos concentraremos pensando en los cuatro elementos que, como sabemos, son tierra, agua, aire y fuego. Invocaremos a los elementos y les pediremos que nos den la fuerza y la visualización total y absoluta sobre todas las personas que se pongan frente a nosotros en busca de una respuesta. Les pediremos a las cartas que no nos fallen y que siempre nos den una respuesta que sea real.

Las invocaciones debemos llevarlas a cabo tres días seguidos, incluyendo el primero. Recordemos que durante este tiempo las cartas deberán estar permanentemente alumbradas con la luz de las velas.

Cuando hayamos finalizado el ritual, es decir, al acabar el tercer día, debemos recoger las cartas una a una y, al tiempo, efectuaremos con cada una de ellas un signo místico y de poder que nos resulte representativo, como por ejemplo, la señal de la cruz. Mientras formulamos este gesto debemos solicitarle al naipe que nos diga siempre toda la verdad. Después iremos guardando uno a uno en el lugar que tengamos destinado para ello.

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