sábado, 10 de diciembre de 2016

El significado del agua en el tarot

El arte pictórico del tarot tiende un puente entre lo visible y lo invisible, entre el consciente y el inconsciente. Cada pequeño detalle de sus láminas es un lenguaje cifrado al que contribuyen símbolos procedentes de distintas artes esotéricas. La mayoría de ellos son arquetipos. Por ejemplo, el arquetipo de la madre Naturaleza es una anciana y el del héroe, un hombre como Hércules, capaz de salvar todos los obstáculos. 

En el curso de la evolución estos patrones han quedado grabados en el inconsciente colectivo, adquiriendo una enorme energía. Los arquetipos contenidos en el tarot actúan sobre el intérprete, para quien todo símbolo se convierte en un foco que aumenta su concentración y le sugiere respuestas intuitivas que no pasan por el tamiz de la lógica y la razón. Al mismo tiempo, la meditación sobre dichas imágenes hace de ellas agentes alquímicos capaces de llevar al alma por el camino de retorno hacia la fuente de la que procede, un proceso que Jung llamó “individuación”. Se trata del camino de los iniciados, aquel que buscan quienes tienen su espíritu herido por la nostalgia del paraíso y están subyugados por el anhelo de conocer su propia esencia y su destino en esta vida.

El agua es el principio de todo, algunas mitologías se basan en que el agua es anterior, inclusive al astro rey, el sol y a la madre Tierra, y aseguran que ambos se originaron del agua. Más asociados al conocimiento, los antiguos sabios dividieron el agua en dos, por una parte identificaron el agua suspendida en el aire y la “bóveda  celeste” (aguas superiores) y otras aguas que subyacen por debajo de la Tierra, océanos, lagos y manantiales que identificaron como aguas inferiores.
Posteriormente, el agua formó parte de los cuatro elementos de la naturaleza junto al fuego, aire y tierra. El agua es anterior al sol y a la tierra, que surgió de ella. Los antiguos llamaron aguas superiores a aquel mundo signado por los fenómenos atmosféricos –y al aire como su medio natural– que tiene al firmamento como cúpula; y aguas inferiores a los líquidos que conforman los mares, ríos, lagos y manantiales –y sus equivalentes psicológicos y gnósticos–, presentes en todo el planeta. Las aguas son símbolo de purificación como bien puede verse en las sociedades arcaicas que acudían a ellas en busca de una nueva vida.  El agua está asociada al ámbito de los sentimientos, es el primer elemento que los seres humanos, desde las más antiguas civilizaciones, hemos buscado para la purificación y el renacimiento interior y espiritual. El agua representa el balance, en exceso rebasa y su carencia ha sido considerada una maldición de los Dioses desde miles de años.

En las cartas del tarot el agua aparece en la carta del Arcano Mayor XIIII La Templanza y en la XVII  La Estrella. En la primera el agua se vacía entre dos vasijas y en la segunda el agua vuelve a su cauce a través de un cauce emergido. El  ángel solar que aparece en la lámina mezcla las energías vitales -agua- para lograr la armonía del ser. La espiritualidad (cántaro azul) se sacrifica para satisfacer la afectividad y la sexualidad consciente (cántaro rojo). El tener dos jarras en las manos y pasar agua de una a la otra (la Estrella) significa comunicación y fertilidad. En el caso de la Templanza, las dos jarras pasándose el agua la una a la otra, simbolizan equilibrio, comunicación, fluidez. 

En el arcano XVII El chorro de una las jarras se queda en el suelo y fluye de vuelta al estanque, dando a entender la necesidad de llenar el espíritu antes de nutrir al resto. El pie de la mujer no se hunde en el agua, dando a entender que el agua es otro plano existencial para ella. El estanque en la carta es el pozo del espíritu, y la figura está volviéndolo a llenar y bendiciéndolo. Esto puede hacer referencia a una sanación física, una sanación espiritual, o ambas. Las aguas son un vehículo necesario para la reproducción de todas las especies; las de la lluvia han sido tomadas constantemente como un factor imprescindible para la generación universal, a tal punto que los dioses de la lluvia ocupan un lugar análogo o aún más importantes que las deidades solares en ciertos panteones; la sequía es sinónimo de maldición. En cualquiera de sus manifestaciones el agua simboliza Abundancia, belleza, placer, arte, felicidad. Altruismo.

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